La diversidad en normas regulatorias y el necesario reconocimiento y manejo del riesgo que las distintas empresas enfrentan, han generado distintas guías para la implementación de sistemas de control bajo estándares internacionales, que es oportuno mencionar, se acompañan de una cultura de ética e integridad. Contrario a representar un entrabamiento en la operación diaria, el hoy reconocido compliance es el conductor para la atención oportuna de las amenazas, tanto internas como externas a la compañía, representando la oportunidad de reducir la responsabilidad penal de la empresa, por posibles actos de corrupción a manos de sus directores, colaboradores y proveedores. En la actualidad, la buena reputación es un activo más de la organización, y la integridad corporativa es esencial para la generación de relaciones comerciales.
Tales guías han evolucionado a través de los años, poniéndose en práctica con ellas sistemas de gestión antisoborno bajo la ISO 37001:2016 Sistemas de Gestión Antisoborno y sistemas de gestión de cumplimiento bajo la ISO 19600:2014 Compliance management systems — Guidelines, ésta última fungiendo como una colección de directrices con el objeto de proporcionar orientación para establecer sistemas de gestión de compliance con base en los principios de transparencia, proporcionalidad y buen gobierno, y ahora sustituida por la ISO 37301:2020, Compliance management systems — Requirements with guidance for use, cuya diferencia inmediata es su proceso sujeto a certificación y por tanto el aval de un tercero. La nueva ISO 37301 proporciona todo lo que una organización necesita saber para desarrollar, implementar, mantener y mejorar un sistema de gestión de cumplimiento eficaz, proporcionándole a la empresa un sello de calidad que inspira a las organizaciones a confiar en su trabajo y en sus colaboradores, y de allí la importancia de su involucramiento en el programa de cumplimiento.
El cumplimiento no es tarea solo de un departamento de la empresa, sino que es un asunto de todos, de una cultura organizacional que impregna a cada miembro, de la mano de políticas y códigos éticos que acompañan la labor diaria y que son bien dirigidas por líderes inspiracionales basados en principios de buen gobierno. El papel de cada colaborador resulta fundamental, considerándose, entre varios, el deber de hacer uso de los canales de denuncia – whistleblowing – y el de bien promocionar una cultura ética, inspirada en principios y valores, asignándose responsabilidades y roles que generan la participación de toda la organización en pro de un mismo fin.
Integrar la gestión del cumplimiento en toda la organización es el reto por cumplir de forma que esté incorporada en sus procesos de gestión financiera, de riesgo, de calidad, ambiental y de salud y seguridad, así como en sus requisitos y procedimientos operativos, sujeta a la normativa de cada país sobre la responsabilidad penal de las personas jurídica, la lucha contra la corrupción y el blanqueo de capitales, más con la solidez de un programa de cumplimiento bajo estándar y reconocimiento internacional.
Catalina Moya
Asociada Facio&Cañas